Germán Bonilla es un geólogo colombiano de la Universidad de Caldas con más de 13 años de experiencia, que ha venido brindando una importante labor en el sector de la minería de esmeraldas, principalmente como asesor científico, en laboratorio, análisis de mineralogía y geoquímica.
Entre su aporte se encuentra además su labor como representante de la Federación Nacional de Esmeraldas de Colombia (Fedesmeraldas) en la Mesa Técnica de la Comisión Colombiana de Recursos y Reservas Minerales (CCRR), apoyando el fortalecimiento y divulgación del Estándar Colombiano de Recursos y Reservas para reportes públicos. “La idea es ver cómo funciona este estándar dentro del sector, qué modificaciones sea necesario realizar y ser la voz de Fedesmeraldas dentro de la comisión para agilizar este tipo de cambios y que sean favorables para el desarrollo mismo de la industria de la esmeralda”, afirma el experto, que es Magíster en Ciencias – Geología de la Universidad Nacional de Colombia.
En esta entrevista, Bonilla, que es además Candidato a Doctor en Geociencias de la misma institución, habla sobre el Estándar y Comisión de Recursos y Reservas Minerales y su importancia en el país, da una percepción sobre el futuro del sector esmeraldífero a nivel nacional e internacional y explica las tendencias actuales en materia de geología relacionada con la industria de las esmeraldas.
¿Cuál es la importancia de que Colombia cuente hoy con un Estándar y Comisión de Recursos y Reservas Minerales?
Como industria minera este es un paso gigante. Desde la industria de las esmeraldas, es un paso mucho más importante aún, porque este es un sector único, con una trascendencia e historia muy fuerte en el país. Este logro reafirma el hecho de que Colombia tenga gemas tan especiales, que solo pueden darse acá y que son valoradas en todo el mundo.
Hay que ser muy sincero: la esmeralda colombiana, como mineral, como gema, aún está incipiente desde el punto de vista minero. Sin embargo, estamos logrando importantes cambios en la industria. Ser hoy parte, por ejemplo, del Comité Internacional para el Reporte de Recursos y Reservas (CRIRSCO, por sus siglas en inglés) significa entrar a las grandes ligas de la minería, y esto nos permitirá generar reportes de estudios técnicos y científicos que sean válidos para las fuentes de financiación, como la banca y las bolsas de valores.
Esto es además un alivio para que los pequeños mineros que tienen proyectos bien organizados y estudiados puedan acceder a recursos a través de este tipo de estándares, puesto que estos deben ser validados y existen las personas competentes para precisamente validar los resultados que son aceptados por los mecanismos de financiación.
Es una sinergía bastante interesante y también un reto gigante para la industria colombiana. Como todo, a veces duele arrancar, pero la idea dentro de la comisión es disipar con buena información los miedos que puedan presentarse. Es un logro muy positivo para el país y el sector.
«La esmeralda es un producto que sigue tendencias opuestas a las crisis financieras a nivel mundial. Cuando a nivel mundial hay recesión, por ejemplo, la esmeralda tiende a fortalecerse».
¿Cómo ve el futuro del sector esmeraldífero tanto a nivel nacional como internacional?
Lo veo muy prometedor, debido a varios factores, como el comercial. El de la esmeralda es un sector que tiene una respuesta muy positiva frente a cualquier crisis que se llegue a presentar. Es un producto que sigue tendencias opuestas a las crisis financieras a nivel mundial. Cuando a nivel mundial hay recesión, por ejemplo, la esmeralda tiende a fortalecerse; es por ende un buen mecanismo de refugio financiero, que además nos puede dar solidez.
Por otro lado, se están presentando varios cambios positivos: la reactivación, el hecho de que nuevamente todo el mundo esté hablando de esmeraldas y que esté siendo muy nombrada en congresos y eventos destacados, que haya más aporte científico desde muchos sectores, que se estén realizando más trabajos de grado relacionados con esta industria, que haya más incorporación de geólogos, entre otros; todo ello es muy positivo y da un muy buen augurio de lo que viene para la esmeralda colombiana.
¿Cuáles son las tendencias en materia de geología que se están presentando en el sector?
Actualmente hay muchas herramientas tecnológicas de apoyo en el mundo de las geociencias: equipos de alta precisión, equipos portátiles, nuevos métodos de prospección geofísica, acceso a imágenes satelitales, trabajos con drones, modelamiento, etc; es decir, en este momento hay una cantidad abismal de técnicas y de herramientas que se pueden aprovechar.
La escuela geológica colombiana ha crecido: en los últimos 15 años pasamos de cuatro escuelas de geología a las diez actuales. Esto repotencia la disciplina como tal, y dentro de estas tendencias obviamente hay unas que miran hacia el sector de las esmeraldas.
¿Qué consejo le daría al sector esmeraldífero para que siga en su camino de competitividad?
El consejo principal es que invierta mucho en investigación. Es la mejor inversión que hay cuando se habla de minería. Así como hace alrededor de 300 años, cuando se inició la industria del oro, este se tomaba de los ríos y estaba a la vista, la esmeralda en un principio se encontraba también fácilmente, como en el buche de las gallinas o simplemente en el suelo. Hoy en día es necesario explorar.
Ahora estamos trabajando de manera subterránea. Se abren huecos a entre 100 y 200 metros de profundidad. Por ello, invertir en investigación nos va ayudar a ser más precisos y a mejorar los márgenes de utilidad. También se actúa de forma más acorde con las buenas prácticas, pues cuando se es más preciso al momento de la recolección de un recurso, solo se interviene una pequeña área, que es la que conduce directamente al recurso.
Anteriormente, se utilizaban buldóceres para tumbar montañas completas, porque no existían mecanismos ni metodologías. Actualmente el sector está industrializado y ya hay guías de prospectividad, pero considero que aún falta mucho. Por eso hay que seguir invirtiendo en la investigación. Tenemos muy buenas escuelas de geología, hay muy buenos profesionales en el país y el hecho de que la esmeralda colombiana sea única implica que sea nuestra responsabilidad como país desarrollar nuestras propias metodologías de investigación y recurrir más al geólogo colombiano, pues es este quien aprende en el territorio y está más empapado de la geología local que cualquier otro.
¿Cuál es su opinión sobre la labor que está realizando APRECOL en materia de representación de los productores de esmeraldas colombianas?
APRECOL está haciendo una muy buena labor. Nos hemos percatado que, de unos años para acá, este es un sector que se percibe amigable, al que podemos llegar y entablar conversaciones con empresarios, geólogos que trabajan en campo u operadores de las minas. Ha habido una apertura muy positiva, y esto es un buen augurio de lo que va a venir.